domingo, 15 de octubre de 2017

LUCES



























No la nada

¿Será verdad que sólo

hay un vacío enorme tras las cosas
cuando vemos
subir la luz de un cielo como este
y abrirse el día así? ¿Será
verdad que atrás de estos colores
que el otoño dispersa, la belleza
y el dolor de los cuerpos
un santo ríe y nos espera
gozando de su engaño
con la furia inocente de lo altísimo?
¿Que hay consuelo después
como hay ahora
desconsuelo y salimos
despiertos de este sueño
y no al contrario?
Qué batalla la nuestra
si es tan dulce
a veces
cambiar esas miradas
con la luz
y si también la noche
se siente que cobija
a ratos
lo que nos duele atrás
de lo que somos.
Lo pienso ahora
que parece que te vas
y estás quedándote
al mismo tiempo en todo
lo que veo. Y no se pierde
tu forma, rasga un velo
me digo, que entorpece
mirar lo que está ahí,
lo que sentimos
amar, y cuesta irse
confiar en la ilusión
que, cuentan, es
lo misteriosamente
diferente
y no la nada.


Sonia Scarabelli, Flores que prefieren abrirse sobre aguas oscuras, Bajo la luna, 2008 (vía Bárbara Alí).









Resurrección

Esta luz, esta forma que no es mía
Tiene mi propia luz, mi propia huella,
En armonía extraña con la estrella,
Celeste flor lejana, ardiente y pía.

Y en el tono menor de la tristeza,
La hermana luz, la hermana forma canta,
Canta, anuncia, cual buena nueva santa,
Una resurrección de la belleza.



Jacobo Fijman, Poesía completa, Ediciones del Dock, 2014.









Luz de octubre

Bajé al pueblo y llamé a mi padre.
Lo felicité por sus setenta años recién cumplidos.
Se oía, de fondo, la voz de mis hermanas:

¿Es Mauro? preguntó la más pequeña.

Mi padre me pasó con ella.
Estaba emocionada y yo también, en este tiempo no había oído la voz de ningún afecto.
Me describió la escena y estuve devuelta ahí.

¿Y vos?

A través del vidrio de la telefónica veía un perro negro.
Le faltaba una pata y subía una loma muy despacio.

Yo veo un perro negro de tres patas, dije.
Mi pequeña hermana exageró su sorpresa.
Sí, de tres patas, por si no sabías, acá todos los perros tienen tres patas.

Rió. Eso tengo que verlo, dijo, y me pasó de vuelta con mi padre.

El viejo estaba bien, más allá de un dolor en su rodilla, conmovido,
me dijo, por un cuadro de Renoir que le hizo comprender algunas cosas.

¿Cuáles?

No recuerdo sus palabras pero habló de la luz, de la importancia de la luz sobre la sombra.

Lo importante es el color –creo que dijo en un momento–, lo demás no es importante.

Regresé a mi casa pensando en él.
El sol había ganado la mitad del cielo, no había nubes.
Las sombras de los árboles, ceñidas a los árboles.

Comprendí que las palabras de mi padre sobre la luz
–sobre la luz que se proyecta en el vacío–
se rebelarían en mí recién después de mucho tiempo.

Caminé por donde había caminado el perro, 
con mi sombrita pegada a los talones.


Fidel Maguna, El diario Rosales, inédito.










02:04:17

¿Vendrás para continuar la llamarada de mi mente?
¿Y si mi corazón está poblado de pájaros?
¿Decís?
¿Qué te devuelve la visión del día?
¿Y quién arde en la luz?
¿Vos? ¿Yo?
¿Y si te sueño
es porque somos la piedra solar
recordando
el diagrama de la sombra?
¿Y si el futuro tiembla
en el canto de los grillos
alrededor
de la oscuridad?
¿Cómo imaginás
que resuena
el final del relámpago?
¿Y si no existe el relámpago?
¿Y este resplandor?
¿Es real?

Marcelo Daniel Díaz, inédito.









El color de las luces

Tan fácil nombrar las cosas sin nombre,
¿pero qué palabra del aire o de la tierra
dar al cuenco de tus manos?

Pasa algo sin existencia en el lenguaje.
Lo verdadero se revela.
Me inclino.

Llovizna sobre las mieles
del verano. Y no aparece
esa palabra.

Para qué explicar
el color de las luces
si por fin relumbran.

Bajo su halo, en silencio,
esperaré
a que termine la lluvia.


Alicia Salinas, Tierra, Ediciones la mariposa y la iguana, 2017. 





























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